Febrero 2001                                                                                                                                            Boletín de noticias no. 39
 

 “Dios es Amor” (1Jn 4:16)


“La iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto Eucarístico...Jesús nos espera en este Sacramento del Amor” (Papa Juan Pablo II, Dominicae Cenae).

Jesús, verdaderamente presente en la Sagrada Eucaristía–Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad–ansía estar con nosotros. Nos ama  tanto que se queda oculto en la Eucaristía. La Sagrada Hostia, “contiene a Cristo, la Cabeza invisible de la iglesia, el Redentor del Mundo, el Centro de todos los corazones...” (Mysterium Fidei, Papa Pablo VI)

Cuando venimos ante Jesús expuesto en el Santísimo Sacramento, venimos a Él tal como somos. Él ya nos conoce, nos ha llamado hacia Él, nos ama ardientemente y ansía estar con nosotros. Jesús nos quiere ver ‘cara a cara,’ para comunicarse con nosotros ‘de corazón a corazón’, no solamente por llamadas de larga distancia. Él quiere escucharnos, para amarnos, sanarnos y cuidarnos. Todos nuestros cuidados son sus cuidados.  Todas nuestras alegrías son sus alegrías. Todas nuestras preocupaciones son nuestras preocupaciones. Todos los que amamos son los que Él ama. “Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso.” “Confiadle todas vuestras preocupaciones pues Él cuida de vosotros,” (Mt 11:28; Pd 5:7).

Venimos a Él tal como somos—porque Él nos ama tal como somos. Sin embargo, siempre nos ofrece la gracia de ser mejor y de crecer en el amor.¡Cuando le decimos que “sí” y aceptamos su amor generoso, sus dones y gracias, es cuando verdaderamente empezamos a darnos cuenta de los admirables beneficios de Su amor transformador! Sus dones se manifestarán en, y a través, de todas las areas de nuestra vida, nuestra fe y nuestro quehacer, ante nuestra familia, amigos y conocidos. “Cristo es verdaderamente el Emanuel, o sea, ‘Dios con nosotros.’ Día y noche Él está entre nosotros, Él habita con nosotros lleno de gracia y de verdad”(Mysterium Fidei).

¡Durante todo su ministerio público en la tierra, Jesús curó a los enfermos, restituyó la vista a los ciegos, el oído a los enfermos, y aún resucitó a los muertos! ¡Jesús cumple Sus promesas.

“Mira que hago un mundo nuevo.” (Apc. 21:5)

María Magdalena era una grande pecadora pública que oyó hablar de Jesús y su tierno amor por los pecadores, y cuando lo vió Su amor tocó su corazón y lo hirió. María Magdalena se arrepintió y se convirtió.¡Jesús la libró de su esclavitud al pecado y la oscuridad, quedando completamente transformada eternamente.Desde ese día, se convirtió en discípula de Jesús y cambió hasta el punto de seguirlo hasta el Calvario! Ella estuvo allí junto a María su Madre. Una vez que hemos contemplado y experimentado la amante presencia de Jesús en la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento, nosotros también seremos creados de nuevo.

Jesús permanece a nuestra lado en la Sagrada Eucaristía para que “todos aprendan a ser, como Él,  mansos y humildes de corazón y a buscar no sus propios intereses sino los de Dios” (Mysterium Fidei).  ¡Un gran santo Eucarístico y sacerdote, San Maximiliano Kolbe, fue transformado en la verdadera imagen de Cristo, su Hermano mayor, debido a su gran devoción y sus Horas Santas de adoración ante Jesús en el Santísimo Sacramento! Diariamente, San Maximiliano hacía numerosas visitas al Santísimo Sacramento, a pesar de sus largas horas de duro trabajo, y de muchas responsabilidades con sus hermanos en su gran obra misionera. Él decía, “Mi objetivo es instituir la Adoración Perpetua..,” llamándola “la actividad más importante.” Por sus interminables horas con Jesús en el Santísimo Sacramento, San Maximiliano recibió la inmensa gracia de ‘dar su vida por su amigo.’

¡Cuando estuvo prisionero en un campo de concentración en Auschwitz, San Maximiliano Kolbe dió su vida por  un compañero de prisión, para que éste viviera!

“A través de la adoración, el cristiano misteriosamente contribuye a la transformación radical del mundo y a dar a conocer el Evangelio. Cualquiera que ora ante el Salvador atrae el mundo entero consigo y lo eleva hacia Dios”   (Su Santidad, el Papa Juan Pablo II, Carta al obispo de Liege, mayo 28, 1996).

Santa Teresa de Lisieux es la patrona de las misiones, aunque nunca salió del convento. Murió a la temprana edad de 24 años, y sin embargo, logró grandes cosas a través del poder de la oración ante Jesús en el Santísimo Sacramento. La Iglesia  la  nombró patrona de las misiones para subrayar esta importantísima verdad: ¡una sola alma ante el Santísimo Sacramento puede cambiar el mundo! Santa Teresa dijo, “Mi misión es hacer que amen a Dios.” ¡ Pidamos su intercesión por nosotros para propagar la AEP en todo el mundo!

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