Enero 2002                                                                                                                             Boletin de noticias No. 50


  “ ¡SENOR, TODAS LAS NACIONES DEL MUNDO TE ADORARAN!”

“La solemnidad de la Epifanía pone de relieve la universalidad de la Iglesia y su vocación misionera.  La Iglesia se regocija en este día porque ‘la luz verdadera que ilumina a todos los hombres” se ha manifestado a todos los pueblos (Juan 1:9). Igual que María, ella se regocija de ver a la gentes de todas las razas, naciones y culturas entrar en la humilde cueva de Belén para adorar al Hijo de Dios.  Al mismo tiempo, siente con más intensidad la urgencia de ser ‘luz’, para extender el mensaje de salvación a todas las gentes.  El mandato misionero es para todos los creyentes, llamados a proclamar y dar testimonio del misterio de salvación que se cumplió en la encarnación.” (Papa Juan Pablo II, enero 6, 2002)

Los tres Magos siguieron la estrella de fe hasta Belén, haciendo una larga jornada para adorar al Niño Cristo.  Cuando lo vieron, se inclinaron ante Él. Este Bebé, envuelto en pañales, es el oculto Verbo de Dios Encarnado—el Rey.  Unicamente los humildes y los sabios podían ver al humilde Jesús recostado en un pesebre. En el Santísimo Sacramento, Jesús viene a nosotros con más humildad que en la cueva. Las Horas Santas de Adoración que hacen ustedes darán mayor gloria a Dios que la gloria que le dieron los Reyes Magos.  Dios los honrará a ustedes y los bendecirá aún más que a los tres Reyes Magos por toda la eternidad por haber honrado a Su Hijo en el Santísimo Sacramento.

 LOS HOMBRES SABIOS AUN LO ADORAN

Santos Basilio el Grande y Gregorio Nazianzeno son Santos Orientales del siglo cuarto. San Basilio fue el primero en empezar a reservar el Santísimo Sacramento en los tabernáculos de las Iglesias.  Él promulgó la creencia en la Real Presencia de Jesús en la Sagrada Eucaristía, diciendo que “no sólo era la marca de los cristianos el comer el Pan y beber la Copa de Cristo,” sino también “guardar el recuerdo perpetuo de Él que murió por nosotros y resucitó de nuevo.” Este santo escribió las bellísimas palabras a continuación sobre nuestro Rey Eucarístico,

“¡Eterno Hijo del Dios vivo, a quien adoro aquí verdaderamente presente! Os adoro con todos los poderes de mi alma.  Postrado con los Angeles en la más profunda reverencia, Os amo, O Salvador mío, a Quien ahora contemplo en el trono de Vuestro amor!  ¡O reverentemente temida Majestad, O Misericordia infinita!  Salvadme, perdonadme!  Concededme que nunca más sea separado de Vos.”

San Gregorio Nazianzeno escribió: “Cuando estaba a punto de morir, la mesa inmaculada [la Eucaristía] me salvó.” Esto fue también verdad de su hermana Gorgonia. San Gregorio explica que, sufriendo de una grave enfermedad, fue ante la Real Presencia de Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar en medio de la noche y oró para que “el Médico de toda la humanidad” la sanara. Gorgonia le dijo a Nuestro Señor que no se retiraría de su presencia hasta que no estuviera bien. ¡ Después de pasar mucho tiempo a los pies de Jesús se curó completamente!  Santos Basilio y Gregorio comparten una festividad el 2 de enero y nos recuerdan la posición central del Santísimo Sacramento en nuestras vidas!

 “O Santos ángeles, haced que yo vea a Dios en el altar como ustedes Lo ven en el cielo.” (Ven. Hermano André Bessette)

“Esta Real Presencia, y el testimonio de ella inflaman todas las páginas del Evangelio.  Con el  nacimiento de Cristo, nada podía cegar la vista interior de los evangelistas para dejar de ver las realidades invisibles, y penetrar la Real Presencia.  Mateo reconoció esta Real Presencia convertida en celebración cuando vió reyes viniendo desde los más lejanos confines de la tierra para adorar a su Rey.” (Arzobispo Joseph Raya)
 

 LOS DOS PILARES DE LA VICTORIA

Un ardiente adorador de Jesús en el Santísimo Sacramento, San Juan Bosco, tuvo un sueño en el que vió dos columnas en  medio de un mar inmenso. La columna mayor sostenía una Sagrada Hostia muy grande, con la inscripción ‘La salvación de los creyentes’ debajo. La columna más pequeña sostenía una estatua de María Nuestra Madre Santísima, con la inscripción ‘Auxilio de los Cristianos” debajo.  Estas columnas estaban frente a la Iglesia, representada por un enorme barco rodeado de muchos barcos más pequeños que la estaban atacando con incontables armas de todo tipo.  El capitán del barco grande era un gran Papa, resucitado por Dios para guiar el barco y la Iglesia por la senda segura entre las dos columnas; primero hacia la Hostia y después hacia Nuestra Señora. !Las dos columnas protegieron la Iglesia y la llevaron hacia la victoria!

“Confien todas las cosas a Jesús en el Santísimo Sacramento y a María Auxilio de los Cristianos, y verán lo que son milagros.”  “Nunca dejen de hacer la visita diaria al Santísimo Sacramento.” “Les suplico que recomienden a todo el mundo, primero la adoración de Jesús en el Santísimo Sacramento y después la reverencia a María Santísima.” (Citas de San Juan Bosco, Festividad del 31 de enero)
 

 (Propiedad literaria, Misioneros del Santísimo Sacramento.  Reservados todos los derechos).


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