Noviembre 2001                                                                                                                             Boletín de noticias No. 48


 “¡NO TEMAN!”

“Las naciones del mundo entero necesitan escuhar estas palabras.  Sus conciencias necesitan crecer en la certeza de que Existe Alguien que sostiene en Sus Manos el destino de este mundo pasajero... Y ese Alguien es el Amor—el Amor hecho Hombre, el Amor crucificado y resucitado, el Amor incesantemente presente entre los hombres. El Amor Eucarístico” (Papa Juan Pablo II).

“Jesús nos espera en este Sacramento de Amor” (Papa Juan Pablo II, Art. 3, Dominicae Cenae). Es en este maravilloso Sacramento de la Sagrada Eucaristía donde el Señor, Nuestro Salvador y Redentor, nos enmienda, nos forma y nos fortifica para la peligrosa travesía de nuestra vida. A través de su maravillosa Presencia, les habla a nuestros corazones y a nuestras almas, transmitiéndoles Su poder dador de vida, así como mensajes de amor, esperanza y aliento. Es de esta excelsa manera divina que nos calma y nos fortalece: “¡Animo!., que soy yo, no temáis” (Mc. 6:50).

“La Sagrada Eucaristía es la principal sustancia de la vida Cristiana; Es la fuente inagotable de consuelo y de ánimo  sobrenatural que calma las tristezas y los sufrimientos de la pobre humanidad mejor que cualquier remedio humano”  (Papa Pío XI).

Apóstoles Eucarísticos de Amor, Misericordia y Valor
San Martín de Porres, apóstol de misericordia y caridad, nació en 1579 en Lima, Perú, hijo de un noble español y de una mujer libre de la raza negra, Martín creció en la pobreza y la persecución. Desde una edad muy temprana Martín pasaba diariamente largas horas adorando a Jesús en el Santísimo Sacramento. Fue en esta gran escuela del Amor Eucarístico donde Martín creció en compasión por los pobres, los enfermos, los de baja posición y los necesitados. Como hermano dominico, San Martín siempre estaba en comunión con Jesús Eucarístico o atendiendo a las necesidades de todos los que necesitaban de él. ¡ “Obraba grandes milagros y contaba con numerosos dones místicos. También poseía los carismas de  sanación, multiplicación de alimentos, conversiones, resurrección de muertos, bilocación , locuciones internas y visiones!  “Porque todo el que se humille será ensalzado...” (Lc. 18.14).

“La Eucaristía nos enseña que el amor en el mundo puede lograr una comunidad sin temor a la muerte y que  viva  valerosamente” (Obispo Juan J. Meyers).

Santa Frances Xavier Cabrini nació en Italia  pero fue la primera ciudadana americana que alcanzó la santidad. Fundó una orden misionera en honor del Sagrado Corazón de Jesús para el cuidado de los pobres en los hospitales  y las escuelas. Ella, y su pequeña orden de Hermanas, llegaron a la ciudad de New York en 1889, sin tener siquiera un lugar donde parar. La Madre Cabrini, y sus Hermanas, hacían diariamente varias Horas Santas de Adoración ante el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, a pesar de su exigente horario de trabajo. Ella decía “Oren siempre junto con Jesús, recuerden siempre que un alma unida a Jesús puede hacerlo todo...” ¡Cuando la Madre Cabrini murió, en 1917, tenía más de cuatro mil hermanas y más de cincuenta conventos, además de muchos orfelinatos, escuelas y hospitales en el mundo entero!

“Nuestras Horas de adoración serán horas especiales de reparación por los pecados, y de intercesión por las necesidades del mundo entero, las cuales expondrán a la sufriente humanidad enferma de pecado a los rayos de Jesús, que irradiando de la Eucaristía, nos curan, nos sostienen y nos transforman”  (Madre Teresa).

 “Nuestra propia creencia es que la renovación del mundo se llevará a cabo únicamente a través de la Sagrada Eucaristía.” “Nuestro Señor vino en ayuda de cada gran tribulación con una devoción especial. Las presentes y futuras tribulaciones de la Iglesia y de las naciones son mayores que las de cualquier otro período, y esta persecución es más peligrosa que las de tiempos anteriores.  Por lo tanto, la devoción que Dios envía en ayuda de Su Iglesia y de las naciones al presente es la devoción a la Sagrada Eucaristía. Es la mayor de todas las devociones” (Palabras del Papa León XIII).

Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa se le apareció a Santa Catalina Labouré en 1830 en el convento de las Hermanas de la Caridad, en la calle de Bac, en Paris, Francia. Esta aparición fue precedida por la de un ángel que despertó  a Santa Catalina diciéndole: “Ve a la Capilla. La Santísima Virgen está esperándote.”  Nuestra Señora habló a Santa Catalina cerca del santuario, profetizando muchos sufrimientos para su país pero le dió ánimo diciendo: “No tengas miedo. Diles que no tengan miedo.”  En su segunda aparición, en noviembre 27, Nuestra Señora reveló a Santa Catalina  su deseo de que se grabara la Medalla Milagrosa. Durante el curso de las apariciones, que siempre ocurrían cerca del Santísimo Sacramento, Nuestra Madre le dio este mensaje para el mundo, “Ven al pie del altar. Aquí se derramarán gracias sobre todos, grandes y pequeños, que las pidan.”  Nuestra Señora siempre nos dirige a la adoración de Jesús en el Santísimo Sacramento, en el santuario donde Él mora. Ahora es el momento de seguir a Nuestra Madre en la Perpetua Adoración de su Hijo. “Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia” (Heb 4:16)

 “Yo deseo que la Adoración tenga lugar por la intención de implorar Misericordia para mundo,” palabras de Jesús a Santa María Faustina del Santísimo Sacramento.
 

 ORACION POR LA VIDA

      Señor Jesucristo, Hijo del Dios Vivo e Hijo de María, te alabamos y te damos gracia por el precioso don de la   vida, la Vida Divina y la vida humana. Prometemos adorar y proclamar Tu Presencia Personal en la Sagrada       Eucaristía porque sólo en Ti está la victoria de la vida. Dedicamos nuestras vidas a proteger y defender toda vida humana; los niños no nacidos, los enfermos, los ancianos, los pobres, y todas las víctimas de la violencia. Imploramos Tu Amor y Tu Misericordia sobre el mundo, porque Tú eres la fuente de toda paz y toda esperanza.
     Por el poder de Vida de Tu Precioso Cuerpo y Sangre, por favor danos fuerza y guíanos para proclamar , proteger, y defender la dignidad y la santidad de la vida. Transfórmanos por tu Presencia Misericordiosa en el Santísimo Sacramento, para que todos podamos ser uno contigo, y el Padre y el Espíritu Santo ahora y por siempre.
Amén.
 (De nuestra nueva tarjeta de oración. Derechos de propiedad de los Misioneros del Santísimo Sacramento. Derechos reservados.)


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