Septiembre 2002                                                                                                               Boletín de noticias #58
 
 

La Eucaristía, el Triunfo de la Cruz—Nuestra Señora Dolorosa

“En el Calvario había dos altares.  Uno en el corazón de María, el otro en el cuerpo de Cristo. Él sacrificó su carne, María, su alma” Arnold of Chartres, De Septem Verbis Domini, 3 PL, (Las siete palabras del Señor) 189, 1694.  Separado  de la victoria de la cruz, el sufrimiento no tiene sentido.  Unido a la Cruz como estaba el Corazón de Nuestra Señora a su Hijo, el sufrimiento tiene un sentido y un valor infinitos.En efecto, son nuestros sufrimientos unidos a los sufrimientos de Jesús en la Cruz—presentes en el Santo Sacrificio de la Misa—el que ayuda a la redención del mundo.

Es a través del amor apasionado del Papa Juan Pablo II—que se consume por nosotros con un amor paternal—que empezamos a comprender el constante amor de Jesús en el Santísimo Sacramento, donde nos espera noche y día. Constantemente presente, con los brazos abiertos, ofreciendo silenciosas opeaciones al Padre por nosotros en la Sagrada Eucaristía.  Nosotros somos llamados, como Nuestro Santo Padre, a imitar a María—y en unión con su corazón—a dedicarnos enteramente a dar a conocer y amar el Corazón Eucarístico de Jesús, mientras Le ofrecemos nuestras vidas como oblación perpetua. (Segmentos de nuestro libro Pan de Vida, que se puede adquirir por nuestro medio).

Nuestra Señora nos guía hacia su Hijo Eucarístico, para que podamos ceecer íntimamente unidos a Él y traer Su compasión al mundo.  ¡Cuando vemos a nuestro Santo Salvador en la Eucaristía vemos  una paradoja, un Dios que nos ama tanto que sufrió y murió en la cruz para poder permanecer con nosotros! Con los ojos de la fe sabemos que la Eucaristía es Jesús, con los ojos del amor sabemos que Él desea estar con nosotros. Jesús se queda con nosotros para alimentarnos con Su Cuerpo, consolarnos con Su amor, confortarnos con Su mirada, comunicarse con nosotros en Su Espíritu.  Jesús nos pide que lo amemos en cambio.  El ansía nuestra amistad, tanto como ansíó la amistad de Sus apóstoles, la noche de Su agonía, cuando les dijo “¿No pueden velar una hora conmigo?” (Mt. 26-40).  Hoy Jesús repite la misma invitación,pidiéndonos que pasemos con Él una hora especial de adoración a la semana. Jesús Eucarístico ansía nuestro amor, nuestro tiempo, nuestra presencia, nuestros corazones.  Jesús tiene tantos dones que darnos, solamente tenemos que ir a Él y pedírselos.  Solamente Jesús puede mitigar la inquietud del corazón humano y calmar el alma humana.  Sólo Jesús en la Eucaristía puede llenar los deseos de nuestro corazón y concedernos la gracia de amar y de ayudar a los demás. La Madre Teresa de Calcuta escribió: “El tiempo que ustedes pasan con Jesús en el Santísimo Sacramento es el mejor tiempo que pueden pasar en la tierra. Cada momento que pasen con Jesús intensificará su unión con Él y hará  sus  almas eternamente más gloriosas y hermosas en el Cielo, así como también ayudará a que haya paz duradera en la tierra.” “La Adoración es lo más bello que pueden hacer. El mundo está hambriento de Dios.” “Yo le ruego a Nuestra Santísima Madre que toque los corazones de todos los párrocos para que tengan Adoración Perpetua en sus parroquias, y para que se extienda por el mundo entero.”

“Cada Santa Misa hace presente de manera incruenta el único sacrificio perfecto, ofrecido por Cristo en el árbol de la Cruz, y en el que participó María unida en espíritu al sufrimiento de su Hijo, y consintiendo amorosamente a Su sacrificio y ofreciendo su propio dolor al Padre (c.f. Lumen Gentium, no. 58). Por lo tanto, cuando celebramos la Eucaristía, el memorial de la Pascua de Cristo, el recuerdo  del sufrimiento de Su Madre también se hace vivo y presente, esta Madre, quien, como un modelo incomparable, nos enseña a los fieles a unirnos más íntimamente al sacrificio de su Hijo, el único Redentor.” (Papa Juan Pablo II)

Papa San Gregorio Magno (540-640) Papa & Doctor de la Iglesia, Italia—Septiembre 3
“El Buen Pastor dió Su vida por sus ovejas aún hasta el punto de poner Su cuerpo y sangre en nuestro sacramento y de llenar a las ovejas que había redimido con el alimento de Su propia carne.”  El amor de San Gregorio por Jesús en la Eucarisía lo llenaba de compasión por su rebaño, tratando de llegar y ayudar especialmente a los necesitados.

Madre Teresa de Calcuta (1910-1997), Religiosa, Albania, Aniversario de la Muerte—Sept. 5
Ganadora del Premio Nobel de la Paz, Fundadora de las Misioneras de la Caridad.  Ella dió asilo a los desamparados, los enfermos y los menesterosos  para que “murieran como ángeles.” Las Horas Santas de oración pasadas diriamente ante Jesús en el Santísimo Sacramento la llenaban de energía para llevar a cabo sus obras de caridad. La Madre Teresa decía: “Cuando las Hermanas están agotadas, llenas de trabajo hasta los ojos; cuando todo parece ir mal, van ante el Santísimo Sacramento para pasar una hora en oranción. Esta práctica nunca ha dejado de dar fruto: enseguida las llena de paz y de fuerza.”  “La Adoración Perpetua es la obra más bella que puede ocurrírseles llevar a cabo en su vida. La gente está hambrienta de Dios.”  ¡Comience hoy en su parroquia la Adoración Eucarística Perpetua!

San Juan Crisóstomo (344-407) Obispo y Doctor de la Iglesia, Siria—Septiembre 13
San Juan fue el primero en ser llamado “Doctor de la Eucaristía” por su ferviente defensa de la Real Presencia y devoción a Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento, la cual era considerada como la más grande entre todos los Padres de la Iglesia.  San Juan dijo, “Vengan al altar y Lo verán, Lo tocarán , Le darán santos besos, Lo lavaran con sus lagrimas, Lo llevarán dentro de ustedes como María Santísima.” “¡O amable Jesús, es en este misterio del Santísimo Sacramento donde Tu caridad se ha esforzado de una manera tan maravillosa para  hacer resplandecer todas sus llamas. Alabanza, honor y gloria por siempre a Tu bondad y misericordia!”

Santa Catalina de Génova (1447-1507) Esposa, Mística, Italia—Septiembre 15
“¡O Jesús mío, en Ti se encuentran todos los bienes, en Ti está todo el amor. Dios Grande, escucha mis oraciones!  O, que yo pudiera expirar ante Tu tabernáculo, ardiendo de amor y lavada por mis lágrimas.” Fortalecida con la gracia y la fuerza que recibía al recibir y adorar a Jesús en la Eucaristía, Santa Catalina pasó su vida sirviendo y cuidando a  los enfermos y los pobres, los ancianos y los huérfanos.

Arcángeles—Septiembre 29 ¡San Miguel, protector de la Eucaristía, orad por nosotros! ¡San Gabriel, traednos la palabra de Dios!  ¡San Rafael traednos la sanación de Dios!

Nuestra Señora, Madre de los Dolores, ruega por los Sacerdotes, tus hijos especiales.  Fortalece su fe y su amor a Jesús en el Santísimo Sacramento, para que acudan a Él en busca de la gracia necesaria para vivir una vida fiel a su vocación. Dad ayuda, consuelo y valor a aquéllos que sufren bajo el peso de la Cruz. Dadles el amor de tu Hijo,  celo  por el honor y la gloria de Dios, y la salvación de las almas. Amén.

¡Ayúdenos a traer a otros a Jesús y a traer a Jesús a otros!

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